Si te gusta Leviathan en Netflix, deberías ver este otro anime steampunk del creador de AKIRA
En 2004, Katsuhiro Otomo, creador de AKIRA, estrenó Steamboy, una película ambientada en la Inglaterra victoriana que explora el choque entre el idealismo científico y la explotación bélica de la tecnología. Veintiún años después, Leviathan llega a Netflix adaptando una novela de Scott Westerfeld, situándonos en una Primera Guerra Mundial alternativa con mechas a vapor y criaturas biotecnológicas. Ambas obras comparten el steampunk como herramienta para reescribir la historia y cuestionar el progreso.
Steamboy se sumerge en un universo de engranajes y maquinaria hiperdetallada, con una animación que crea un Londres victoriano lleno de humo. La Steamball actúa como un símbolo del conflicto ético entre ciencia y militarismo. Leviathan amplía el imaginario steampunk hacia lo orgánico, con los "Clankers" usando mechas y los "Darwinistas" criaturas biotecnológicas, mostrando cómo el vapor puede coexistir con la biología sintética.
El conflicto en Steamboy se ubica en la Revolución Industrial, debatiendo si la ciencia es un motor de emancipación o un instrumento de opresión. Su protagonista, Ray Steam, se debate entre el idealismo de su abuelo y la ambición de su padre. Leviathan traslada la discusión a una guerra mundial alternativa, mostrando cómo la tecnología define el rumbo de los conflictos.
La ciencia siempre ha funcionado como un agente diferenciador, marcando brechas entre países y clases sociales, como se ve hoy con el acceso desigual a la Inteligencia Artificial. Esta disparidad reproduce desigualdades previas, recordándonos que el progreso tecnológico no es neutro. El belicismo ha sido históricamente uno de los principales motores del avance científico.
Ray en Steamboy es un inventor que debe tomar decisiones morales sobre el uso de la tecnología, representando la lucha entre la ciencia como bien común y su uso militar o corporativo. Leviathan muestra cómo cada bando instrumentaliza la tecnología de formas opuestas, planteando que el verdadero dilema no es el avance técnico en sí, sino su aplicación bélica.
Steamboy se centra en la Revolución Industrial y la ética de los inventores, con una obsesión por el detalle en cada engranaje y máquina. Leviathan lleva el steampunk a un contexto bélico global. Ambas reflejan la importancia de este subgénero para plantear debates actuales: el papel de la tecnología en la sociedad, las tensiones entre progreso y ética, y cómo la innovación puede ser una herramienta de emancipación o un arma de control.
El steampunk es una metáfora necesaria para reflexionar sobre los dilemas del presente. Al recuperar el imaginario de la Revolución Industrial, nos invita a evitar repetir errores como la explotación indiscriminada o las desigualdades sociales. Imaginar futuros alternativos a través del steampunk es una herramienta crítica para repensar cómo queremos convivir con las tecnologías que redefinen nuestro presente.
Tanto Steamboy como Leviathan utilizan la tecnología como metáfora del poder y la responsabilidad. En Steamboy, el vapor simboliza la dualidad del progreso. En Leviathan, el enfoque es más optimista, subrayando la cooperación intercultural y la importancia de la ética. Ambas obras recuerdan que el control de la tecnología siempre conlleva decisiones éticas. Los protagonistas jóvenes representan la esperanza de un futuro donde la innovación sirva al bien común.
Estas producciones demuestran que el steampunk es un medio para explorar la relación entre la tecnología y la sociedad. En un momento de avances vertiginosos, estos relatos nos recuerdan que el vapor, ya sea mecánico o biológico, siempre lleva consigo la pregunta: ¿progreso para quién y a qué precio?

Créditos de la imagen http://dbbeebom